Convocar a una muestra de pintura de carácter internacional sugiere pensar el campo de la pintura a través de un escenario suigéneris compuesto por respuestas artísticas estéticas diversas que, desde muchas vertientes, representan intuiciones fuertes basadas principalmente en rodeos biográficos, tendencias vinculantes con identidades narrativas y fenómenos socio-históricos. Frente a la anterior dinámica de desarrollo del arte contemporáneo, surgen dudas acerca de un hacer de la pintura formateada en fórmulas con grados de aceptación en el ámbito cultural. Ser artista hoy significa hacer de su propia vida una historia al cargar la obra de contenidos externos a las propias complejidades del arte, sin atender en calidad los retos conceptuales y manejo de los medios plásticos, tras la dimensión de lo sensible crítico en la búsqueda de un sentido o una lógica.

El llamado consiste en observar posibles líneas de producción pictórica basadas en la experimentación constante, el riesgo, los límites sobre sus propias dinámicas y convenciones.  La pintura funciona como un conjunto de reflexividad e indiferencia, al menos en el paradigma moderno. Sin la reflexión no tendríamos ahora la oportunidad de tratar de objetivar toda la subjetividad en diferentes niveles de conciencia, tampoco contaríamos con la interdependencia, importante tendencia del mundo actual, sin los gestos de indiferencia, indomables, tercos, sinónimos de convicción.